Opinió / Lluís Abbou
Elizabeth Day es autora de cuatro novelas y de dos trabajos de no ficción. Hablo con Elizabeth Day a través de nuestros ordenadores durante la segunda cuarentana nacional de Inglaterra, que finalizó a principios de diciembre. Desde su casa Day habla con naturalidad, y con cierta musicalidad, sobre su niñez durante el conflicto norirlandés, sus años en Cambridge o porqué renunció a un trabajo ideal. Nació en Surrey, al sur de Inglaterra, y a los cuatro años se mudó al norte de Irlanda con su familia. “Era 1992, todavía estallaban bombas”, recuerda Day refiriéndose a «Los Problemas» que enfrentaron a los unionistas de Irlanda del Norte partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido contra los republicanos partidarios de la independencia.
Elizabeth era demasiado joven para entender la situación “pero recuerdo el entorno ser muy diferente porque había controles militares de camino a la escuela y hombres en la calle con grandes armas.” Durante esos años, tener un acento inglés en Irlanda era visto como hablar como los golpistas: “Era muy consciente de que mi voz me marcaba como forastera”, afirma. Durante esta convulsa etapa llegó a la conclusión de que era mejor no hablar. Encontró refugio en la literatura y “ahora estoy agradecida a esa experiencia porque hablar menos significaba que escuchaba más, y al escuchar observé que algunas de las cosas más importantes no se dicen.”
Luego estudió Historia en la prestigiosa universidad de Cambridge (“Encuentro la historia perpetuamente fascinante porque es un relato sobre nosotros que nos contamos a nosotros mismos”). “Me divertí mucho y me encantó mi carrera”, recuerda sobre sus años universitarios. Sin embargo, añade que “conozco a gente que no se lo pasó tan bien, que sintieron que no encajaban, que era un ambiente demasiado exclusivo”. Day dice ser consciente de que muchos que no tienen el privilegio que ella tuvo, “que es crecer en un hogar donde estudiar en Cambridge era posible gracias a una educación que me ayudará a llegar ahí.” A los 29 años y poco después de graduarse, consiguió un trabajo en el dominical The Observer.
“En muchos aspectos era el trabajo de mis sueños. The Oberver era mi periódico favorito y prefería ser columnista que reportera de noticias. Ahora me doy cuenta de que era bastante joven y aunque creía que me conocía muy bien, no lo hacía. Decía que sí a todos los trabajos basura porque quería dar una buena impresión y porque creía que así conseguiría un ascenso.” Después de ocho años vio que no sería recompensada de esa manera a menos que fuera capaz de hacer un cambio en su vida “porque cuando profesionalmente dices que sí a todo, tu jefe piensa que no necesitas un ascenso”. Publicó sus primeros tres tomos cuando todavía trabajaba como columnista, pero “para mi cuarta novela, El invitado, quería hacer algo ligeramente diferente.” Dejó The Observer porque “la gente me veía como periodista y no como novelista.”
En El invitado, una tensa historia psicológica sobre la obsesión y traición ambientada en el transcurso de una fiesta, Day relata el lado oscuro de la larga amistad entre Martin y Ben. En este irresistible thriller literario, Elizabeth Day escribe desde el punto de vista masculino y encuentra “extraordinariamente liberador el acto de imaginar los sentimientos de esa persona”. El invitado, publicada por Duomo Ediciones, es su primera traducción al español y está “muy emocionada porque amo España.” Day ha viajado a Madrid, a Barcelona, a Sevilla y a Cádiz y describe nuestro país como “muy bonito, y me encanta lo sofisticada que es la gente y cómo salís a cenar muy tarde.” Cuando me dice esto le enseño un poster que me envió una conocida que ruega a los ingleses a que nos enseñen a cenar a las ocho y, a cambio, nosotros aceptamos calcetines y sandalias. No echamos a reír y me alegra pensar que ya somos amigos.
En 2019 publicó How to Fail, un divertido y dolorosamente honesto manual para cuando las cosas salen mal. “Me intimidaba mucho la idea de escribir un libro que no fuera ficción, pero después me di cuenta de que era muy liberador y estimulante”. ¿Lamenta haber contado al mundo cómo se sintió cuando se divorció o después de numerosas inseminaciones artificiales fallidas? Piensa unos segundos antes de responder, pero cuando lo hace parece estar segura: “No, no me arrepiento de nada y creo que es porque establecí mis límites con bastante claridad. Hay ciertos temas sobre los que nunca escribiré porque involucran a otras personas, como mi divorcio. Sé que algunas cosas que he contado han ayudado a mucha gente que se ha puesto en contacto conmigo, y por eso no me avergüenzo.”
En su escritura, Elizabeth Day hace algo que admiro: encontrar algo bueno en las peores experiencias. ¿Es una persona positiva? “Creo el hecho de que te ocurra algo doloroso no significa que siempre vayas a vivir en ese dolor.” Sin embargo, eso no quiere decir que defienda el fracaso “pero sí que es necesario porque anima a crecer y evolucionar si lo manejamos correctamente.”
De Manacor a Londres seguint els passos d’Ian Fleming i estudiant Filologia Anglesa a 1.752km de Mallorca