El pobre capitán del barco del Canal de Suez

Opinió / Lluís Abbou

La palabra “bloqueo”, o “atasco”, nunca conlleva nada positivo. No hay circunstancias en las que un “atasco” sea bueno. Cuando uno se encuentra ante uno, en el mejor de los casos, es un inconveniente que se resuelva con paciencia en un momento en que ésta escasea y, en el peor, implica un esfuerzo físico sucio y palabrotas.

Sin embargo, lo único peor que un atasco es ser la causa de éste. Y aún peor que serlo son las náuseas repentinas provocadas al darse cuenta de que usted es la materia sucia, obstinada y cuestionable que necesita moverse, desaparecer, para dejar camino a los otros. Los pasillos estrechos son un mal lugar para un bloque. Las carreteras, con un centenar de bocinazos, también pueden hacer llorar incluso al individuo más despreocupado. ¿Y las escaleras mecánicas? 

Si alguno de estos escenarios es suficiente para quererse hacer el harakiri, piense en el señor al timón del buque portacontenedores de 400 metros de largo y 59 de ancho que el pasado martes encalló en el Canal de Suez. El barco, el Evergreen, se dirigía desde China al puerto de Rotterdam en los Países Bajos.Tratando de transmitir la magnitud del buque, algunos medios de comunicación lo han comparado con la longitud de cuatro campos de fútbol. Otros simplemente lo describen como gigantesco. Más de 100 barcos quedaron atrapados en cada extremo del canal de casi 200km de longitud que conecta el Mar Rojo con el Mediterráneo. Sólo el Canal de Panamá ocupa un lugar tan importante en el paso mundial de mercancías.

Si había un lugar para no tener dificultades, tendría que haber sido en ese punto del canal. Hacia el sur, los barcos eran atacados con frecuencia por piratas somalíes y secuestrados a cambio de altos rescates. Ahora, ocasionalmente, son atacados por Irán y sus representantes si éstos creen que proceden de país non grato, lo que significa que casi cualquier embarcación puede ser un objetivo. El famoso canal ha sido disputado por varias naciones en el pasado. Simplemente no es el tipo de lugar para quedarse encallado si buscas una vida fácil. El tamaño del buque ha magnificado todos los desafíos. Aunque una ráfaga de viento puede parecer un David improbable para el Goliat del barco, los contenedores apilados en la parte superior de la cubierta podrían actuado como una vela gigante.

La ironía de encontrarse atrapado en medio de la ruta de transporte de petróleo más transitada del mundo sin suficiente lubricante para sacarte del apuro traería una sonrisa irónica a los rostros de muchos. A muchos, pero no al capitán del Evergreen, desviado de su curso por los fuertes vientos y un supuesto apagón. En este punto, incluso podría estar deseando que el agua se lo tragara a él y a su barco para evitar más vergüenza. Pero el canal, obviamente, no es lo suficientemente grande. El Evergreen ha provocado el atasco de embarcaciones a ambos lados del estrecho canal a través del cual fluye el 10% de todo el comercio mundial. 

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