El Insulo de la Rozoj o la única guerra que Italia ha ganado

Opinió / Lluís Abbou

Poco conocida hoy, la historia de la República de la Isla de las Rosas es realmente asombrosa. Su artífice fue el ingeniero boloñés Giorgio Rosa, quien en 1967 construyó una plataforma metálica de 500 metros cuadrados en el mar Adriático. Rosa situó su construcción a 6,8 millas de la costa de Rímini y 500 metros más allá de la frontera de las aguas territoriales italianas. La Isla de las Rosas albergaba un bar, un restaurante, una oficina de correos y una tienda de suvenires; su idioma oficial era el esperanto, que es una lengua construida; una moneda (el “Milo”, aunque no se llegaron a imprimir monedas o billetes); y el 24 de junio de 1968 Rosa se declaró presidente de esta micronación independiente.

 

Rosa y su equipo construyeron la plataforma de hormigón armado que luego fue izada 26 metros sobre el lecho marino por nueve pilones telescópicos. Un sistema de pilares se componía de tubos modulares que diseñados para deslizarse entre sí y que se podían estirar o plegar a la longitud requerida, al igual que una silla de oficina ajustable o una caña de pescar. Fueron ensamblados en la playa y transportados a su ubicación final. Sin embargo, el ingenio no termina aquí. Con solo un puñado de trabajadores y un capital limitado, Rosa realizó el transporte de los tubos al lugar designado dejándolos vacíos. Lo que de otro modo habría costado una fortuna, se hizo mucho menos laborioso porque los pilares flotaban en el agua. Una vez que los pilones estuvieron en su ubicación, abrían la compuerta de un extremo del pilón para que así se llenasen de agua haciendo que se hundieran verticalmente hasta tocar el fondo marino.

Después de varios años buscando el sitio adecuado, Rosa inició la construcción y en 1967 la una plataforma marítima se abrió al público. En mayo de 1968 Rosa dio entonces el paso extraordinario de declarar a la plataforma marítima un estado independiente. Fue su amigo, el sacerdote boloñés Albino Ciccanti, quien pensó que el espartano tenía que ser el idioma oficial. El estado autoproclamado se convirtió así oficialmente en Respubliko de la Insulo de la Rozoj, con un presidente (Rosa), un Primer Ministro (el ingeniero Antonio Malossi), una Ministra de Finanzas (la profesora de inglés Mariolina Alvergna), un ministro de Industria y Comercio (Luciano Marchetti) un ministro del Interior (el doctor Carlo Chierici, y cuñado de Rosa), una ministra de Relaciones Exteriores (Cesarina Mezzini) y el abogado Luciano Molé era el Relaciones Públicas.

Durante un breve período, la isla fue una atracción turística, y los visitantes acudieron en masa desde la Riviera para pasárselo bien en tierra de nadie. Sin embargo, no duró mucho. 55 días después de su declaración de independencia, las autoridades italianas se apoderaron de la micronación de la Isla de la Rosa, en lo que se conoce como la única guerra que Italia ha ganado. La respuesta del gobierno italiano fue rápida y salvaje. En el momento en que Martin Luther King había sido asesinado, los estudiantes tomaban las calles de París y se reforzaba el Muro de Berlín, fueron enviados cuatro carabineros y oficiales de la Guardia di Finanza para colocar la isla bajo ocupación militar, y luego enviaron a la Marina para volar la isla con dinamita el 13 de febrero de 1969. 

La experiencia, y su desenlace, causaron un gran dolor a Rosa, sobre todo teniendo en cuenta que se le presentó una factura de 11 millones de liras italianas para pagar la destrucción de la isla. Las autoridades dieron muchas razones por las que la Isla de la Rosa era una amenaza: contrabando, su estación de radio pirata, evasión de impuestos, abuso de los recursos energéticos o una localización clave para que los rusos pudieran controlar submarinos soviéticos. Rosa, que murió en 2017, afirmó que la isla sólo era una cosa: un sueño utópico relacionado con la libertad individual. Ahora, una película de Netflix, La increíble historia de la Isla de las Rosas, ofrece a los espectadores la oportunidad de revivir un momento único en la historia de la ingeniería en el contexto de la revuelta política y social de la década de 1960.

Si bien la breve historia de la Isla de la Rosa puede ser una celebración de la libertad y la desobediencia civil, lo que es fácil de olvidar es la creatividad, la imaginación y la pura audacia que se necesitaron para construirla. Hoy en día, los buzos a menudo se encuentran con restos del Insulo de la Rozoj en el fondo del mar. Menuda historia historia es esta, casi imposible de creer. Seguramente, resonará en cualquiera que se haya hartado de las tonterías de sus líderes. 

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