Opinió / Lluís Abbou

Killing Eve es un programa de televisión que te hace ilusionar. Sin embargo, he de aclarar que sólo me estoy refiriendo a la primera temporada (tiene tres que están disponibles en español en HBO). Killing Eve fue creado por Phoebe Waller-Bridge y está protagonizada por Sandra Oh y Jodie Comer. Forma parte de un género, el thriller de espías, con el que ninguna de las mujeres había sido asociada antes. El resultado es entretenido, inteligente y oscuramente cómico, anclado en la actuación de la loca Comer (Villanelle) como una asesina muy bien vestida y de Oh (Eve Polastri) como una agente de inteligencia cuyos instintos y determinación deben compensar su inexperiencia y su tendencia a gritar como una niña aterrorizada.

Su juego del gato y el ratón, que salta entre la base londinense de Eve y las otras capitales europeas donde opera Villanelle, se desencadena con fluidez gracias a la delicadeza narrativa y el humor sardónico y sucio que Waller-Bridge muestra en Fleabag. Villanelle es como una niña demasiado grande, exuberante y sentimental sin conciencia discernible. Mira una foto de su próxima víctima y grita: “Oh, bonita cara”. Guarda sus balas en un cajón junto a sus tampones y cremas depilatorias y le gusta relajarse con un trío ocasional y fingiendo su muerte en el apartamento antes de que llegue su jefe. La agente del MI5 Eve (Oh) ya ha intuido que el asesino es alguien que un político misógino no habría visto como una amenaza. Aburrida por su trabajo de escritorio, comienza a investigar inconsistencias en los diferentes casos y es despedida por su jefe “idiota”. Pronto se le acerca alguien del nivel superior en la cadena alimenticia del espionaje con una oferta para continuar como un agente secreto todavía más secreto.

Killing Eve es una adaptación de las novelas de Luke Jennings hecha por Phoebe Waller-Bridge, la creadora de la gema oscura Fleabag, y todo lo que hizo grande a Fleabag están en Killing Eve. Así como Fleabag superó las expectativas de la comedia con su diálogo naturalista y escabroso, las convenciones del género de los espías se transforman aquí en algo nuevo. En parte por el hecho de que ambos protagonistas sean mujeres. Tradicionalmente, sólo se les permite ser el perseguidor, no el perseguido. Y, además, Killing Eve usa sus credenciales feministas a la ligera. Eve no tiene que luchar contra ningún sexismo manifiesto. Su jefe y su esposo son chicos buenos y comprensivos. Está frustrada por su trabajo y una vida que no ha salido como esperaba. Como cualquier persona.

Villanelle sólo usa su feminidad para acercarse físicamente lo suficiente como para cortar, apuñalar o disparar a sus víctimas, no para seducirlas. Ella y Eve se sienten atraídas no porque ambas sean mujeres en un mundo de hombres sino porque, como individuos subestimados durante mucho tiempo en sus respectivos campos y anhelando un desafío, tienen mucho en común. Desde que Villanelle se paseó por las calles de París con un vestido de tul rosa diseñado por Molly Goddard, se ha convertido en un icono de la moda.

Pero además de eso, está el guión entrecortado y crepitante: el dominio perfecto de la comedia y la tragedia. Cuando las investigaciones extraoficiales de Eve salen a la luz, su jefe (el maravilloso David Haig) señala: “Podrías meterte en muchos problemas si yo fuera un hombre serio”. Cuando Fiona Shaw, como la jefa terriblemente eficiente de Eve, le dice: “Lamento que tengas que ver esto” y procede a obtener una confesión a través de abrazos, la broma simplemente funciona.

Fue una grata sorpresa ver que la segunda temporada era tan buena como la primera. Phoebe Waller-Bridge, la showrunner original y guionista principal, había dado esas obligaciones a Emerald Fennell y los escritores de los ocho episodios de la segunda temporada eran completamente nuevos. Pero la arquitectura eléctrica, erótica y sardónica permaneció casi intacta; el soufflé no se derrumbó. Para la tercera temporada, el programa cambió su personal nuevamente, reemplazando a Fennell con Suzanne Heathcote y utilizando nuevos escritores y directores. Y esta vez no ha funcionado tan bien, es menos vital y más común. Todavía es impactante aquí y allá, pero en gran medida sin sorpresa. Un thriller cómico mordaz y sexy bordeado de terror se ha convertido en un psicodrama competente bordeado de sentimentalismo. La violencia y la muerte tampoco tienen el impacto que solían tener. Así que vean la primera temporada de Killing Eve y tal vez la segunda, pero no pierdan el tiempo con la tercera.

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