Violador mediocre

Opinió / Lluís Abbou

Es exactamente lo que hubiera querido. A Ted Bundy le hubiera encantado ser interpretado por un ex-rompecorazones de Disney. En una nueva película, Extremadamente cruel, malvado y perverso (Voltage Pictures, 2019), Zac Efron se quita la camiseta y hace un guiño a la cámara mientras enamora a Liz, su pareja de toda la vida, y a todas las demás muchachas de la película. Este hombre es encantador. Se ganó a muchas mujeres que le apoyaron a pesar de confesar haber asesinado al menos 30 jóvenes, y poder haber sido responsable de hasta 100 muertes. Chicas acudieron en masa a la sala del tribunal mientras lo juzgaban y le entregaron notas de amor.

Bundy ––que convirtió a las mujeres en trozos de carne–– asesinó en un momento en el que los jóvenes se liberaban de ser simplemente eso, carne: hacían autostop, viajaban y se educaban. Bundy estrangulaba a mozas atractivas hasta su muerte, las violaba y a menudo vestía sus cadáveres. En ocasiones incluso las decapitaba para llevarse sus cráneos a casa. “Sus ojos pasaron de azul a negro” cuando habló sobre sus crímenes, dice un detective en otra nueva serie de Netflix basada en las cintas de auto-engrandecimiento de Bundy. ¿De verdad lo hicieron?

Bundy resurge una vez más como el improbable asesino en serie gracias a su apariencia y aparente inteligencia. Aférrate. De la misma manera que los jueces no condenarán a jóvenes atléticos y apuestos por violación porque “no necesitan violar”, ¿no hay algo perverso en convertir a Bundy en un antihéroe convincente? ¿Alguien idealizaría así a José Antonio Rodríguez Vega alias “El Mataviejas” o a Manuel Delgado Villegas conocido como “El Arropiero”?

Escuchar las cintas de Bundy es luchar por el significado, algo más allá del bien y del mal, y, sin embargo, ese “algo” falta por completo. Le gusta hablar de sí mismo en tercera persona, por supuesto que lo hace. De alguna manera se siente engañado e inseguro con las mujeres. Su respuesta a esto es profundamente común: violencia, control y posesión. Hacia el final de su vida este republicano culparía a la pornografía de sus malas acciones. ¡Cómo no!

Aquí no hay patología profunda y compleja. Su mediocridad es sociópata. Las vidas de las chicas son el daño colateral. Su asesinato es todo lo que lo hizo especial. Sin embargo, los asesinos en serie nos atraen. El asesinato y el desmembramiento de mujeres y hombres homosexuales nos interesa (ya les hablaré de London Spy, otra serie de Netflix). Cada uno de ellos dice lo mismo que Bundy: “pensé que estaría satisfecho”. Pero no lo están. Hasta el próximo asesinato.

¿Qué podemos decir de las mujeres que acuden en masa a estos asesinos? Carole Ann Boone se drogó con Bundy y concibió un hijo con él. “Hibristofilia” es el nombre que se le da a la excitación sexual y la obtención del orgasmo como respuesta a mantener una relación con una persona que ha cometido una fatalidad, engaño, mentira, infidelidades conocidas o crímenes. La fantasía de que eres lo suficientemente especial para dar el amor que detendría a una persona de hacer las cosas que hace. Tu propio narcisismo funciona siempre que dicho sujeto esté encarcelado, imagino. Últimamente hemos visto mujeres matar en televisión en series como Killing Eve and Luther como una especie de liberación sexual. ¿Es esto un paso adelante? Dios sabe.

Aborrezco esta adoración a un violador mediocre. Nadie está convirtiendo a estos hombres en héroes, argumentará alguna mente brillante. ¿De verdad? Bundy se fue hace mucho, fue ejecutado en 1989 y aquí y ahora está nuevamente vivo en nuestras mentes. Inmortal y convertido en sex-symbol. Ya no es alguien ordinario. Todavía se habla de él. De nuevo. ¿Puede nombrarme una, sólo una, de las jóvenes cuyas vidas se llevó? ¿O puede decirme el nombre de algunas de las cinco víctimas de Jack el Destripador? ¿Sabía que eran solamente cinco?

Link YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=8ElIGWb81as.