Opinió / Lluís Abbou
La pandemia del Coronavirus ha dejado en pausa muchos eventos clave en el calendario de recaudación de fondos, incluyendo maratones y otros espectáculos deportivos. Sin embargo, esto no ha impedido que haya quien recaude substanciosas cantidades para organizaciones benéficas desde la comodidad de sus hogares, sin dejar de cumplir las reglas de aislamiento impuestas por la mayoría de los gobiernos alrededor del mundo.
El sector de la caridad pasa por momentos complicados. Un informe reciente de la Charities Aid Foundation descubrió que las donaciones habían caído un 20% en el ultimo año. Los difíciles desafíos a las que se enfrentan actualmente las organizaciones benéficas son claros. ¿Cómo pueden las organizaciones humanitarias atraer nuevos donantes, volver a comprometerse con los actuales y obtener donaciones más regulares? Además, ¿cómo pueden hacer que las personas no sólo den dinero sino que también regalen su tiempo, habilidades y recursos cuando la mayor parte de la sociedad tiene una billetera apretada y también una agenda muy llena?
Son muchos los jóvenes que se han dado cuenta de la importancia de los servicios médicos y han intentado recaudar dinero usando las tecnologías que el siglo XXI nos ofrece. Una de esas maneras ha sido jugando a videojuegos. Sí, lo han leído bien: dándole a los botoncitos de los mandos de una consola. Quien lo sabe bien es Alex Boosey, y su historia me pareció tan increíble que tenia la necesidad de compartirla con ustedes.
Alex es un joven de 23 que vive en Londres y ha conseguido recaudar £765 jugando 24 horas seguidas a Call of Duty: Warzone, con seguimiento online a través de su canal, llamado CAJB, de YouTube para que así quien quisiera pudiera verlo jugar. Si recuerdan mi articulo sobre Fortnite y les digo que Warzone es el Fortnite para adultos tendrán suficiente para saber de qué videojuego les hablo. Por si no lo recuerdan, Warzone es una batalla en línea donde 150 jugadores son lanzados en un mapa cerrado y, en equipos de tres personas, luchan entre si hasta que sólo queda un equipo. Escondidos en la gran ciudad hay armas, municiones, granadas y armaduras esparcidas por el mapa apocalíptico. También s medida que avanza el partido, el campo de juego se va reduciendo, arrastrando así́ a los gladiadores a un enfrentamiento inevitable y letal. Si se lo preguntan, yo jamás he conseguido llegar a esa batalla final ya que siempre suelo ser asesinado a los pocos segundos después de haber aterrizado…
El 2 de mayo Boosey jugó durante un día entero, 24 horas sin descanso, con algunos de sus amigos para recaudar dinero para los profesionales médicos británicos. Al otro lado del teléfono, me cuenta que se le ocurrió la idea ya que quería hacer algo para ayudar a una organización benéfica en estos momentos tan locos cumpliendo con las reglas del confinamiento, es decir, sin salir de casa
Los resultados fueron sorprendentes para Alex y todos los involucrados. Modestamente, se marco el objetivo de £150 (“y pensé que seria complicado llegar a esa meta”) pero superó con creces esa suma. Pidió a algunos de sus amigos gamers si les interesaría jugar con él y todos aceptaron rápidamente y empezaron a promocionarlo en sus redes sociales. Sin embargo, el día de la retransmisión, Alex se despertó con una grata sorpresa: eran tantas las donaciones que ya había alcanzado el 170% del objetivo a las 11 de la mañana, sólo una hora después de que empezará el espectáculo. “Estaba tan asombrado… ¡no podía creerlo!”, dice.
Fue en ese momento cuando Boosey dijo a su amigo Sam que seria increíble llegar a las quinientas libras. Cumplieron esa nueva meta, pero las donaciones no pararon de llegar, incluso días después de haber terminado el streaming. Este inglés de 23 años ha demostrado que el cielo es el limite, que cuando uno quiere hacer el bien incluso puedo hacerlo desde la comodidad del escritorio de su hogar. “Nunca me había quedado sin palabras, pero al llegar al final de las 24 horas, estaba como loco. No sabía ni qué decir, y no podría estar más agradecido a las treinta y nueve personas que donaron dinero.”


De Manacor a Londres seguint els passos d’Ian Fleming i estudiant Filologia Anglesa a 1.752km de Mallorca