Opinió / Lluís Abbou

Empiezo a teclear en mi ordenador este artículo a las 4.33 de la mañana del último domingo de marzo después de haber pasado unas 12 horas con mi compañero de piso jugando a Fortnite en la PlayStation. Durante esa jornada laboral, paramos de darle al botoncito para comer y ver un thriller de casi tres horas protagonizado por Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo, Shutter Island (muy recomendable, por cierto).

Resumidamente, Fortnite es una batalla en línea donde 100 jugadores saltan de un autobús volador a una pequeña isla de color caramelo y luchan entre sí hasta que sólo queda uno. Escondidas en la isla hay armas que los jugadores pueden coger mientras exploran el paisaje y los edificios. También es posible recolectar materiales como madera o ladrillos para poder construir estructuras donde esconderse o defenderse. A medida que avanza el partido, el campo de juego se va reduciendo, arrastrando así a los gladiadores a un enfrentamiento inevitable y letal.

Como en la vida misma, el carácter define el destino: los mansos se esconderán en un arbusto mientras los bolcheviques querrán aterrizar en las zonas más populares para empezar a disparar tan pronto como toquen tierra. El ama de casa cortará madera de los árboles y construirá una base desde donde pueda asomarse, disparar y defenderse de los invasores. Durante los veinte minutos que dura cada juego, se acumulan y se cruzan cien pequeñas historias de valentía y cobardía, habilidad y desventura. Los partidos son a partes iguales emocionantes, inesperados y, para todos menos el vencedor, generalmente indescriptiblemente enloquecedores.

Casi todos los videojuegos están diseñados para que quieras jugar. Sin embargo, Fortnite es especialmente bueno para hacer que la gente quiera más, semana tras semana, partido tras partido. Si bien es cierto que mejorar las habilidades de tiro e intentar conseguir una primera posición es satisfactorio, lo que mantiene a los jugadores de Fortnite enganchados es el botín, los artículos y las armas que se pueden encontrar en todo el mapa.

La naturaleza aleatoria de estas caídas de elementos conduce a lo que se conoce en psicología como un “cronograma de relación variable”. Un arma o elemento que podría otorgar una ventaja significativa siempre podría estar a la vuelta de la esquina. La esperanza de encontrar algo deseable junto con recompensas ocasionales es emocionante para los humanos ––las pujas online tipo eBay o la pesca son dos ejemplos.

Fortnite, sin embargo, es diferente a la mayoría de los juegos ya que el botín se pierde al final de cada partida. En cambio, los jugadores de Fortnite obtenemos la emoción de recibir una potente arma en cada partida. Debido a que encontrar un buen armamento tiene un gran impacto en el éxito de un jugador, los malos jugadores como yo pueden tener suerte y encontrar un blasón que nos da ventaja mientras que los buenos jugadores ocasionalmente mueren rápidamente porque tuvieron mala suerte al encontrar el botín.

Los humanos intentamos instintivamente encontrar el orden en el caos. Los jugadores de Fortnite deben construir un modelo mental de la mecánica del juego, desarrollando atajos. Cuando nuestros antepasados no podían encontrar búfalos, tal vez pensaron que la sequía los había empujado a los pozos de agua del norte; cuando esos búfalos fueron encontrados en el norte, los cazadores seguramente quedarían satisfechos al ver que su teoría era cierta. Con un resultado positivo, uno se fortalece y se siente feliz. Esto es tan cierto para los jugadores de Fortnite como para los cazadores de búfalos. Estos principios se aplican durante cada juego.

Pero lo que hace que todos queramos jugar sin parar es otro poderoso deseo humano: señalar el estatus social. Cada partido de Fortnite tiene una audiencia de 100 jugadores para impresionar. Puedes jugar o pagar (con dinero real) a cambio diferentes personaje, artilugios y personalizaciones visuales. Las máscaras funcionan de la misma manera que un bolso Louis Vuitton, porque las personalizaciones altamente deseables requieren un juego intensivo (y dinero del mundo real) para obtenerlas.

Al igual que las empresas de moda, Fortnite limita la disponibilidad de dichas personalizaciones a una temporada. Cuando comienza una nueva, se lanza un nuevo conjunto de máscaras y demás y los jugadores deben competir para obtenerlas antes de que termine la temporada y se pierdan las recompensas. Esto proporciona una razón poderosa para que los jugadores regresen a Fortnite.

Si bien Fortnite no hace nada completamente nuevo, su colección remezclada de mecánicas de juego existentes hace que sea fresco e interesante. Y no, no se preocupe si su hijo es adicto que no será un asesino: aunque Fortnite es un juego de disparos multijugador, tiene un estilo visual muy brillante y amigable.

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